sábado, 21 de diciembre de 2013

Carl Sagan: La cuestión del aborto: una búsqueda de respuestas


La cuestión quedó zanjada hace años. El poder judicial optó por el término medio. Uno pensaría que la polémica había concluido, pero sigue habiendo concentraciones masivas, bombas e intimidación, muertes de trabajadores de clínicas abortistas, detenciones, intensas campañas, drama legislativo, audiencias del Congreso, decisiones del Tribunal Supremo, grandes partidos políticos que casi se definen sobre la materia y eclesiásticos que amenazan con la perdición a los políticos. Los adversarios se lanzan acusaciones de hipocresía y asesinato. Se invocan por igual el espíritu de la Constitución y la voluntad de Dios. Se recurre a argumentos dudosos como si fueran certidumbres. Los bandos en liza apelan a la ciencia para fortalecer sus posiciones. Se dividen las familias, maridos y mujeres deciden no hablar del asunto, viejos amigos dejan de hablarse. Los políticos examinan los últimos sondeos para descubrir qué les dicta la conciencia. Entre tanto grito, resulta difícil que los adversarios se escuchen.


Las opiniones se polarizan. Las mentes se cierran.

sábado, 14 de diciembre de 2013

Economía y pseudociencia: crítica a las falacias económicas imperantes

Recientemente el economista Jose Luis Ferreira ha escrito un libro, titulado Economía y pseudociencia: crítica a las falacias económicas imperantes. Para quien no lo conozca Ferreira es profesor titular de economía en la Universidad Carlos III de Madrid. Su faceta divulgadora la desarrolla principalmente en su blog Todo lo que sea verdad, y también en es colaborador activo del blog Mapping Ignorance. Leyendo sus posts se puede apreciar bien cuál es su postura, la defensa de una ciencia económica basada en el empirismo, en el análisis de datos, la realización de experimentos y simulaciones por ordenador. Debido a eso creo que lo puedo catalogar como el economista más científico que conozco, muy por encima en ese aspecto de otros que suelen rellenar columnas día sí día no en los periódicos españoles. 

Como se puede deducir del título del libro, este va sobre economía y ciencia. Mi postura en ese tema siempre ha sido que no tengo muy claro si la economía se puede considerar una ciencia. La capacidad de experimentación es limitada, igual que la capacidad de hacer predicciones que puedan ser luego contrastadas. Estas cuestiones las trata Ferreira en el primer capítulo de su libro, explicando que si bien la economía puede ser diferente de las demás ciencia dentro de ella sí se pueden identificar comportamientos más científicos y otros que van en contra de toda experiencia. Igualmente el carácter predictivo de la economía no es igual que el de la física, por ejemplo, pero eso no quiere indicar que no haya posibilidad ninguna de predecir ciertos eventos que ocurrirán si se toman ciertas medidas. 

Una vez terminada la introducción el libro pasa a desmontar distintas opiniones económicas que, según el autor, carecen de fundamento. Básicamente cada capítulo se centra en un aspecto de la economía y revisa de manera crítica afirmaciones e ideas que están bastante extendidas. Algunas de estas ideas son muy generales, pero otras vienen directamente de artículos y libros publicados por otros autores. Ahí los errores aparecen con nombre y apellidos, y no son pocos los que reciben su crítica. Gente popular en España como Niño Becerra, Vicenc Navarro o Alberto Garzón y gente internacional como Paul Krugman o Paul Grignon son algunos de los criticados. Lo más importante, en mi opinión, es que el autor nunca critica a la persona, sino la idea, y no la critica desde un punto de vista ideológico, sino con argumentos empíricos. 

Un ejemplo son las predicciones de Niño Becerra, y como no se han ido cumpliendo. Un dato curioso que yo no conocía es que este politólogo es aficionado a la astrología y presento una ponencia en un congreso astrológico sobre: Las grandes crisis socioeconómicas en la era de Piscis. En mi opinión esto debería se suficiente para no volver a tomar en serio a este hombre y sus predicciones en el futuro. Ferreira es más correcto y se limita a criticar sus afirmaciones y predicciones en economía.

Otro ejemplo se encuentra en el libro Hay alternativas [2], de Vicenç Navarro, Juan Torres López y Alberto Garzón. En ese libro se pronuncia repetidas veces el siguiente argumento: 

Cuando los ingresos salariales son bajos y las pequeñas y medianas empresas tienen dificultades porque no hay gasto suficiente, lo que ocurre es que aumenta el endeudamiento. Eso les viene muy bien a los bancos, porque su negocio es precisamente ofrecer créditos, y por eso piden siempre políticas de contención salarial. 

Esta afirmación es criticada en el libro no por afirmar que los bancos interfieran en las políticas económicas, sino por el método que sugiere. 

¿De dónde sale el que los bancos prefieran una ciudadanía pobre y endeudada, con alto riesgo de impago? Los bancos dan más crédito cuanto mayores sean los salarios y los beneficios de las empresas. ¿Por qué no se van los bancos a los países más pobres? ¿Por qué tienen más beneficios en los países más ricos? La realidad del negocio bancario hace extremadamente irreal esa teoría conspiratoria. Si la hay, será en otros términos.

Por supuesto yo no entro a valorar quién tiene razón, sobre todo ya que no he leído todavía el libro de Navarro-López-Garzón, pero es claro que la argumentación de Ferreira está basada en la experiencia, y no en verdades a priori o cuestiones ideológicas.

Todo el libro está empapado de esa idea, las opiniones económicas deben ser contrastadas y analizadas desde un punto de vista crítico y lo más científico posible. Como investigador no puedo más que apoyar ese punto de vista. Por supuesto, las cuestiones económicas tienen mucho de ideología, nadie lo duda, pero la ideología no puede movernos a ir en contra de la realidad. 

Además de la crítica a posturas pseudoeconómicas en los medios, el libro también analiza ciertas situaciones actuales. Ejemplos son el copago en medicina, la producción intelectual y las descargas o la Tasa Tobin. En todos los casos se defiende que las propuestas se deben defender en función de su eficiencia y de los objetivos a conseguir. 

Un ejemplo es lo que el autor denomina el "Monopolio Intelectual", es decir, la protección de los autores intelectuales mediante derechos de autor, pago por copia privada o legislación en contra de las descargas. Sobre ese debate se exponen dos posturas diferenciadas. 

El discurso a favor del monopolio intelectual suele tener la siguiente argumentación: 

«Si no se protege al autor mediante los derechos de autor, compensaciones por copia o por piratería— se corre el peligro de quitar los incentivos para la producción intelectual. Si la copia es libre, el autor perderá la remuneración por la venta y uso de su obra y se dedicará a otra actividad».

El discurso en contra dice algo así:

«El autor tiene otras fuentes de remuneración distintas y que tienen que ver con su condición de autor —como subsidios, trabajos remunerados o premios—. Además, las preferencias por el original y las ventajas de ser el primero en distribuir la obra permiten ya una remuneración. La copia ayuda a la difusión de la obra y a la celebridad del autor, que se beneficiará por ello». 

Después de analizar el tema el autor concluye: 

Consideremos ahora dos mundos alternativos que pueden suceder si la copia está permitida. 

– El mundo optimista. El nivel de creación sube un 30%, la difusión crece un 100% y la remuneración de los autores se mantiene.

– El mundo pesimista. El nivel de creación desciende un 70%, la difusión crece un 50% y la remuneración de los autores se reduce un 80%.

¿Es deseable permitir la copia? Creo que podemos concluir que sí en el mundo optimista, y que no en el pesimista. De nuevo la respuesta a la cuestión es empírica, y no apriorística. El saber si el número de títulos publicados varía o no con la introducción de nuevas leyes de derechos de autor será interesante, como también lo será el saber qué proporción de la remuneración a los autores llega por derechos de autor y qué parte llega por otras fuentes de ingreso como tocar en conciertos —muchos con subvenciones públicas— o tener una profesión en la que hacer valer la actividad creadora —desde profesor hasta conferenciante, columnista o tertuliano—, por poner solo un par de ejemplos.


Me parece un punto de vista interesante sobre un tema muy de actualidad. Continuamente se participan en debates donde se ven afirmaciones apriorísticas de este tipo. Que si no hay derechos de autor se producirá más o menos, que el software libre o privativo permite más o menos productividad y ahorro (véase mi opinión en Los Mantras del Software Libre), y muchos otros temas. Coincido con el autor en que serían deseables más argumentos, al menos en lo que a productividad se refiere. Por supuesto en este, y muchos otros temas, hay cuestiones éticas por discutir, pero cuando se habla de productividad se debería argumentar mejor. 

En definitiva es un libro completo y sencillo. No es un manual de economía, ni profundiza demasiado en cada tema. Quizás ese es su principal defecto, ya que yo hubiera preferido un análisis más profundo de algunos de los temas. En cualquier caso, para gente sin conocimientos de economía e interesados en la ciencia, como yo, es muy recomendable. 


[1]  Navarro, Vicenç et. al: Hay alternativas: propuestas para crear empleo y bienestar en España , Sequitur, Madrid, 2011.

domingo, 8 de diciembre de 2013

Manifiesto Escéptico

Así veo yo mi escepticismo:

Yo no creo en Dios, ni en que haya vida después de la muerte, no creo en la reencarnación ni  en los Reyes Magos. No creo que la homeopatía cure más allá del efecto placebo, tampoco que mirando las estrellas se pueda saber si me va a tocar o no la lotería, o que se pueda conjurar la suerte (sea lo que sea eso) con un amuleto. De hecho, ni siquiera creo los seres humanos tengamos libre albedrío y seamos esencialmente diferentes al resto del universo. Todas estas cosas no las creo, pero no por que no quiera creer, simplemente la experiencia, mi educación y mi formación científica me han llevado a no creerlas.

A mí no me importaría creer que cuando muera iré a un sitio mejor, y que volveré a encontrarme con mis seres queridos. Simplemente, no lo creo posible. Igualmente si la homeopatía cura por mí genial, un remedio más al que acudir si me pongo enfermo. El problema es que me piden que lo crea sin darme ninguna prueba. En algunos casos es sencillo, ¿piensas que tu medicamento homeopático cura, digamos, la alergia? Dáselo a muchos alérgicos, estúdialos durante años, ten un grupo de control y en las estadísticas saldrá. Yo no tengo prisa, así que esperaré.

Por supuesto, yo estoy dispuesto a creer en todas estas cosas. En Dios, en la reencarnación, en la homeopatía, en el horóscopo. Además soy muy sencillo de convencer, sólo necesito pruebas. Es evidente que afirmaciones que vayan en contra de lo que sabemos hoy en día requerirán pruebas muy sólidas. Habrá que estudiarlas con cuidado, buscando algún fallo, habrá que repetir experimentos y testearlo todo bien. Lo bueno es que si algo es cierto lo seguirá siendo mañana, y la verdad aguantará todas las pruebas.

Sólo entiendan que la carga de la prueba recae sobre el que afirma, por lo que no tiene sentido que me pidan a mí pruebas de que no hay vida después de la muerte, cosa que es además imposible de probar per se.

Todo esto se puede resumir en la famosa frase de Carl Sagan: "Yo no quiero creer. Yo quiero saber".