lunes, 28 de abril de 2014

La competitividad y la cooperación en la ciencia

Últimamente, se leen muchos artículos en España sobre el funcionamiento de la universidad y el desarrollo de la investigación. Curiosamente, se encuentran muy polarizadas entre la denuncia de lo endogámica y enchufista que es la universidad y la defensa a ultranza de la calidad de la misma. Quizás no sea tan curioso, ya que España es un país en el que nos gusta mucho polarizarnos, y defender a ultranza posturas opuestas sin posibilidad de matices ni de entendimiento. Además, según mi impresión se está creando una tendencia bastante perjudicial en el mundo científico español. Esa tendencia se resume en la siguiente frase: no se debe criticar el funcionamiento de la universidad porque si la criticas estás justificando los recortes a la misma. Me parece una idiotez, muy extendida, pero idiotez al fin y al cabo. Sin duda, si consideras que la educación universitaria y la investigación son importantes deberías hacer dos cosas. Primero, criticar los recortes, ya que sin financiación difícilmente se hará buena ciencia, o se dará una buena educación. Segundo, criticar cualquier conducta que consideres perjudicial en las universidades. Si malo es tener pocos fondos, igual de malo es que los fondos que hay no se utilicen adecuadamente. En otro momento hablaré de mi opinión sobre la universidad y la investigación española, pero el tema que me ha llamado la atención ahora es otro. 

La última entrevista que he leído al respecto se titula: "La universidad debe ser gratuita, pagada con los impuestos". En ella se entrevista a Enrique Díez, uno de los autores de un reciente libro. Me ha parecido la típica entrevista en la que se proponen métodos para la universidad basados en una fuerte ideología, pero con poco conocimiento del funcionamiento de la investigación en sí. Está llena de proclamaciones ideológicas que pueden parecer atractivas en primer lugar, pero que de aplicarse serían muy contraproducentes. El entrevistado es también coordinador de educación de Izquierda Unida, por lo que nos puede dar una imagen de la postura de ese partido sobre este tema. Dentro de la entrevista hay muchas cosas de las que discrepo. Se hace en la entrevista bastante apología del "buenrrollismo", con pocas soluciones prácticas, y promocionando ciertas conductas totalmente erróneas. Por ejemplo, la frase: "Una auténtica evaluación que ayude a mejorar sólo puede ser una autoevaluación", me parece un despropósito absoluto. Sin embargo, tampoco es de eso de lo que quiero hablar ahora. 

De lo que quiero hablar es de una afirmación de la entrevista que me ha llamado mucho la atención:  "Al revés, se trata de colaborar y compartir las buenas prácticas y lo que hemos conseguido mejorar. Así es como lo hace la comunidad científica cuando consigue un auténtico avance de la ciencia. Colaborando y no compitiendo."

Me resulta extraña una afirmación tan tajante sobre la comunidad científica. Tajante y lejana a la realidad, según mi experiencia. Por eso he querido escribir este post explicando mi punto de vista. Vayamos por partes, pues. 


La competitividad en la ciencia es inevitable

Reconozcámoslo, el trabajo del científico, o del profesor universitario, mola. Trabajas en algo creativo, no implica un esfuerzo físico considerable, está bien remunerado (eso más en el extranjero, en España con los sucesivos recortes puede llegar a quedarse en nada), conoces mundo, etc. Siendo esto así es razonable que mucha gente aspire a tener ese trabajo. Por otra parte, los fondos para investigar siempre son limitados. No me cabe duda de que una sociedad, o país, que quiera prosperar debe dedicar una cantidad de dinero considerable a la ciencia y a la educación universitaria, pero siempre estará limitado. Otras partidas de gasto, como la sanidad o la educación básica, van siempre a requerir más financiación. Por mucho que recuperemos el dinero que malgasta el estado, siempre tendremos una cantidad limitada que invertir en ciencia. Por ese motivo, siempre habrá gente que se quiera dedicar a este trabajo y no pueda. Esto no es exclusivo de la ciencia, claro está. No todo el mundo que quiera puede ser profesor, ni maestro, ni bombero, ni médico. Un proceso de selección es siempre necesario, y ese proceso implicará competitividad. 

En mi opinión, una sociedad sana debe garantizar que las personas que ejerzan un empleo público sean las que mejor lo puedan desempeñar. Se puede, y se debe, criticar un proceso selectivo que no sea el más adecuado. A fin de cuentas todos los empleados públicos reciben su salario de los impuestos de los demás (y a su vez pagan a otros con sus propios impuestos, claro está). Por este motivo el proceso selectivo debe ser justo, objetivo y transparente. Pero debe haber un proceso selectivo. Que alguien quiera ser científico, o profesor, o maestro, o bombero, no es motivo suficiente para que pueda serlo. 

En España, he llegado a escuchar a gente proclamar que todo aquel que tenga un doctorado debería tener garantizado un trabajo público. Eso es una barbaridad. Un doctorado, en sí, no garantiza que uno vaya a hacer bien el trabajo de investigador, ni mucho menos el de profesor. En otros países, el porcentaje de personas con doctorado que no trabajan en investigación es aún mayor que en España, y no pasa nada. La selección debe realizarse durante un tiempo suficiente como para garantizar que los investigadores que entren en el sistema son suficientemente válidos e independientes como para contribuir de manera suficiente a la investigación y la educación universitaria.


Competitividad y cooperación no son comportamientos yuxtapuestos en absoluto

Es evidente que un equipo de fútbol colabora para competir con el equipo contrario. Distintos atletas colaboran en sus entrenamientos aunque luego compitan entre sí. Eso es algo normal. En ciencia la cosa no es muy diferente, y creo que eso es algo sabido por cualquiera que se dedique a la investigación. Tengo varias anécdotas que ilustran este hecho. 

Donde vivo y trabajo yo hay varias universidades. Dos de ella, el MIT y Harvard, son universidades de primer nivel y compiten mucho entre ellas. Es muy común escuchar a la gente en los bares discutir si su universidad es mejor que la otra, las universidades presumen mucho de sus méritos y compiten por los mismos fondos. Eso no impide que la colaboración entre ambas sea también excelente. Cada semana recibo un mail con los seminarios que hay en mi campo, la física, en toda la zona. Los investigadores nos desplazamos con frecuencia de una universidad a otra para poder asistir a estos seminarios, y allí interactuamos y colaboramos. Muchos grupos tienen colaboraciones permanentes entre universidades, como es habitual. Por mi experiencia he visto que las universidades más competitivas, suelen ser también las que más redes colaborativas tienen. Eso no les resta competitividad, sino que las hace más competitivas. Tal y como está organizada la ciencia actual es imposible trabajar a un alto nivel si no tienes muchos colaboradores de mucho talento. Después esos mismos grupos competirán por las mismas financiaciones, y no pasará nada en absoluto. En concreto mi universidad es muy competitiva, y eso no le impide liberar gran parte de sus contenidos docentes para beneficio de todo el mundo (lo podéis encontrar aquí).

Otra anécdota. Recientemente, he solicitado algunos contratos para comenzar mi retorno a España. Uno de esos contratos lo pedí en la Universidad de Granada, y ocurre que otro chico lo ha pedido en el mismo departamento que yo. Por las condiciones de la convocatoria no lo podemos conseguir los dos, si es que lo conseguimos alguno de los dos, que tampoco es seguro. Pues bien, este chico, que es muy amable, me ayudó mucho con la preparación de mi solicitud, aún sabiendo que los dos no podemos conseguirlo. Por otro lado, yo mismo informé a un amigo mío, que sabía que podía estar interesado sobre la posibilidad de pedir este contrato, y hablamos sobre cómo preparar el currículum para optimizar nuestras posibilidades. Es evidente que vamos a competir, porque todos no podemos conseguir el contrato, pero antes hemos colaborado para ahorrarnos tiempo mutuamente y para que el proceso sea lo más justo posible. No es nada raro o inusual. Simplemente colaboramos y ya será luego la universidad la que decida quien se lleva el contrato. 


La competitividad no es algo malo per se

Yo, personalmente, considero que ser demasiado competitivo es la mejor manera que hay de garantizarse una vida infeliz. Siempre habrá gente mejor que tú, en cualquier cosa que te propongas (salvo para Rafa Nadal, vaya tío), y eso te causará mucho estrés. Eso es una opinión personal, y también hay que saber distinguir entre tener un cierto nivel de competitividad y ser demasiado competitivo. 

En ciencia, todos nos beneficiamos de los descubrimientos de todos. En los años que llevo en este trabajo, que no son muchos todavía, he conocido a gente tremendamente brillante y tremendamente competitiva. Me da la impresión de que muchos científicos senior siguen trabajando mucho porque tienen la esperanza de ganar un premio Nobel algún día. No sé si eso los hará felices, pero eso no es algo que me incumba, lo que sí me incumbe es que de sus descubrimientos nos beneficiamos todos. Si mañana alguien descubre la vacuna para el SIDA movido exclusivamente por su ego y su competitividad, pues por mí estupendo. No creo que la vacuna vaya a perder interés, ni a dejar de proteger, por las motivaciones de su descubridor. Por supuesto, eso lo conseguirá colaborando, pero como ya he dicho ambas cosas no están reñidas. Si alguien es tan competitivo que decide no colaborar con nadie para ser considerado el único autor de sus descubrimientos dudo que llegue muy lejos. 

Una anécdota al respecto, esta vez histórica. El físico alemán Werner Heisenberg fue educado por sus padres para ser extremadamente competitivo, llegando al caso de hacerlo competir continuamente con su propio hermano. Esto le causó muchos problemas a lo largo de su vida, y dista mucho de ser un método ejemplar de educación. Creedme si os digo que a mis hijos los educaré de una forma totalmente opuesta a esa. Por otro lado, esa competitividad lo llevó a ser uno de los mayores genios del siglo pasado, y de eso nos hemos beneficiado todos. El Principio de Incertidumbre es igual de válido lo haya desarrollado una persona competitiva o no. De anécdotas sobre competitividad entre científicos está llena la historia (la rivalidad entre Feynman y Gell-Mann es otro caso típico, compitieron y colaboraron).

Un caso especialmente importante donde la competitividad da beneficio es en el tema de los incentivos. En España tenemos una larga tradición de financiación mediante la norma "café con leche para todos", que es la que parece promover el tipo de la entrevista mencionada. Esta norma se basa en que todos los campos y todas las universidades deben recibir la financiación en función de parámetros no-competitivos, como el número de alumnos. Sólo recientemente se han añadido incentivos para promocionar la calidad, mediante la creación de campus de excelencia, y medidas similares. Esas medidas, que son muy beneficiosa, es criticada directamente por el señor Díez. La cuestión es sencilla, si no hay ningún incentivo para que la gente realice bien su trabajo es muy probable que mucha gente simplemente no lo haga. Siempre hay quien tiene un sentido de la responsabilidad y hace su trabajo igual de bien con y sin incentivos, pero a poco que se conozca a gente también se conocen casos contrarios a eses. Ese tema es muy importante cuando se maneja dinero público, como hacemos los investigadores, y no se debe dejar al libre albedrío de cada uno. Se debe mandar un mensaje claro a investigadores y universidades, si lo hacéis bien tendréis recompensa. Así es como funciona en los países que más destacan en investigación, y no me parece un mal método. ¿No creéis?


PS: Justo al terminar he visto un post en Brain Pickings que viene al caso, Science is competitive, aggressive, demanding. It is also imaginative, inspiring, uplifting.

sábado, 19 de abril de 2014

Bertrand Russell: El método científico en la vida

El método científico, a pesar de su sencillez esencial, ha sido obtenido con gran dificultad, y aún es empleado únicamente por una minoría, que a su vez limita su aplicación a una minoría de cuestiones sobre las cuales tiene opinión. Si el lector cuenta entre sus conocidos a algún eminente hombre de ciencia, acostumbrado a la más minuciosa precisión cuantitativa en los experimentos y a la más abstrusa habilidad en las deducciones de los mismos, sométalo a una pequeña prueba, que muy probablemente dará resultado instructivo. Consúltele sobre partidos políticos, teología, impuestos, corredores de rentas, pretensiones de las clases trabajadoras y otros temas de índole parecida, y es casi seguro que al poco tiempo habrá provocado una explosión y le oirá expresar opiniones nunca comprobadas con un dogmatismo que jamás desplegaría respecto a los resultados bien cimentados de sus experiencias de laboratorio.

Este ejemplo demuestra que la actitud científica es en cierto modo no natural en el hombre. La mayoría de nuestras opiniones son realizaciones de deseos, como los sueños en la teoría freudiana. La mente de los más razonables de entre nosotros puede ser comparada con un mar tormentoso de convicciones apasionadas, basadas en el deseo; sobre ese mar flotan arriesgadamente unos cuantos botes pequeñitos, que transportan un cargamento de creencias demostradas científicamente. No debemos deplorar del todo que así sea; la vida tiene que ser vivida, y no hay tiempo para demostrar racionalmente todas las creencias por las que nuestra conducta se regula. Sin cierto saludable arrojo, nadie podría sobrevivir largo tiempo. El método científico debe, pues, por su propia naturaleza, limitarse a las más solemnes y oficiales de nuestras opiniones. Un médico que aconseja un régimen, lo dará después de tomar en cuenta todo lo que la ciencia tiene que decir en el asunto; pero el hombre que sigue su consejo no puede detenerse a comprobarlo, y está obligado, por consiguiente, a confiar no en la ciencia, sino en la creencia de que su médico es un científico. Una comunidad impregnada de ciencia es aquella en la que los expertos reconocidos han llegado a sus opiniones por métodos científicos; pero es imposible para el ciudadano en general repetir por sí mismo el trabajo de los expertos. Hay en el mundo moderno un gran conglomerado de conocimientos bien comprobados en todo género de asuntos; y el hombre corriente los acepta por autoridad, sin necesidad de dudar. Pero tan pronto como cualquier pasión violenta interviene para torcer el juicio del experto, éste se hace indigno de esa confianza, cualquiera que sea el bagaje científico que posea.


La perspectiva científica
. Bertrand Russell. 1931