Querido
señor Spufford. He leído con mucho interés, y algo de estupor, su artículo en
El País titulado Queridos ateos. Me sorprende ver como ciertas falacias
son desmontadas durante años y aún así se siguen usando.
El
primer punto que me ha llamado la atención es su opinión sobre el ateísmo como
acto de fe, y del agnosticismo como postura científica. Como científico, y
ateo, no puedo más que discrepar. Al igual que usted opina que el profesor
Dawkins sabe mucho de biología y poco de religión, yo le recomiendo a usted que lea más
sobre filosofía de la ciencia. Autores como Popper, Sagan o Russel (o incluso
el mismo Dawkins a nivel divulgativo) pueden enseñarle mucho en esa dirección.
Yo me limitaré a esbozar los contraargumentos a su afirmación.
Por un
lado, afirma usted que: Nosotros
creemos que existe un Dios y ustedes creen que no; cuando, en realidad nadie lo
sabe, ni puede saberlo: no es una cuestión susceptible de ser probada. La
ciencia, como mucho, puede demostrar que no hay necesidad de Dios como
explicación física de nada. Como usted bien dice, la ciencia puede
probar la no necesidad de una causa externa para la existencia del universo, y
en esa dirección se está avanzando a pasos de gigante. Le recomiendo que lea
algunos de los artículos divulgativos sobre el reciente experimento BICEP2 y la
inflación del universo. Si algún día tenemos una explicación completa y
satisfactoria la postura científica será no creer en Dios, y no el
agnosticismo, dado que la figura de Dios será innecesaria. Hay que plantearse incluso qué sentido tiene decir que existe un Dios, pero que este no ha influido en absoluto en el universo, dado que todo lo que ha ocurrido lo ha hecho por motivos claramente explicados y sin su intervención. Le pongo un ejemplo. La física puede explicar los fenómenos
gravitatorios con una exactitud asombrosa, gracias a la Relatividad General.
Alguien puede alegar que la gravedad la provoca un "Mago Gravitatorio", y no podemos demostrar su inexistencia de ninguna manera.
No por ese motivo los físicos nos declaramos agnósticos de ese Mago. Si tenemos una teoría que explica los fenómenos conocidos no
necesitamos ninguna explicación exterior, y por eso no la creemos. Incluso si esa teoría no es perfecta, en cuanto que no explica todos los fenómenos, no es sustituible por una explicación externa y no-falsable. Este
razonamiento se aplica también a la existencia del universo en sí.
Una
segunda observación, más profunda, sobre este mismo punto es si realmente la no
existencia de Dios es indemostrable. Eso no depende tanto del método científico
en sí como de su definición de Dios. De hecho, la existencia del Dios bíblico,
que creó el mundo en siete días y al ser humano como tal, ha sido ya demostrado
como falsa por la ciencia. Está demostrado que el universo, y la Tierra, es
mucho más antigua de lo que la Biblia afirma, y que el ser humano no fue creado
como tal, sino que hubo un proceso evolutivo. A medida que eso se demostró, la
definición de Dios se adaptó a estos nuevos descubrimientos. Esa indemostrabilidad de la que usted habla
viene dada por esa definición vaga y modificable del concepto de Dios.
Permítame que me ahorre escribir un ejemplo al respecto de esa cuestión, puesto que hay muchos en la literatura. El Dragón en el Garaje de Sagan y la Tetera de Russel son dos de los más conocidos. Créame si le digo que los científicos no
nos declaramos agnósticos de los dragones invisibles ni las teteras
satélite.
El otro
punto de su artículo que me ha llamado la atención es como empieza
estableciendo igualdades y pidiendo respeto, para terminar estableciendo
diferencias y faltando al respeto. Afirma usted que muchos de los ateos tenemos
una relación de hostilidad hacia los creyentes, y nos compara con que la gente
que no colecciona sellos edite una revista llamada El Antifilatélico. De esa comparación se entiende que usted
considera más legítimo que los creyentes expresen sus creencias a que los ateos
expresemos nuestra falta de creencia. Permítame comentarle dos cuestiones con
respecto a esa opinión suya.
Primero,
según observo la mayoría de las manifestaciones públicas de los colectivos
ateos no son para fomentar el ateísmo, ni para que la gente deje de creer, sino
para reclamar más laicismo en el estado. En mi país, por ejemplo, existen
beneficios fiscales para la iglesia, educación católica pagada por todos,
ocupación del espacio público por parte de la iglesia y muchas cuestiones
similares. Los ateos no tenemos ninguno de esos privilegios. También la iglesia
influye en la política por motivos exclusivamente religiosos. Por esos motivos muchos ateos, y muchos creyentes también, nos manifestamos, no en contra de la religión en sí, sino en contra de esa influencia y esos
privilegios.
Por otra
parte, hay otra cuestión que me parece aún más interesante. ¿Por qué considera
usted que los cristianos, o los religiosos en general, pueden publicitar
activamente su estilo de vida pero los ateos no? Yo no soy ateo por elección,
sino porque la no existencia de Dios es la conclusión intelectual a la que he
llegado. Eso no significa que prefiriese ser creyente. Ser ateo tiene, en mi
opinión, muchas ventajas. No creo en una vida después de la muerte, y por eso
intento aprovechar la actual al máximo. Al no creer en un ser superior no tengo
que seguir ningún dogma ni regla moral externa, sino que soy libre de definir
mi propia moralidad. Puedo disfrutar de mi sexualidad sin remordimiento alguno
y tendré los hijos que considere oportuno. Si los cristianos tienen motivos
para intentar convencer a los demás de que su forma de vida es positiva, también lo
tenemos los ateos. Negarnos ese derecho sería
volver a otros tiempos más oscuros, donde uno podía creer en lo que quisiera,
siempre que lo hiciese en privado y en público fingiera lo contrario.